Fábula I.
LA CARAMBOLA
el chico, el mulo y el gato
Pasando por un pueblo un maragato
llevaba sobre un mulo atado un gato,
al que un chico, mostrando disimulo,
le asió la cola por detrás del mulo.
Herido el gato, al parecer sensible,
pególe al macho un arañazo horrible;
y herido entonces el sensible macho,
pegó una coz, y derribó al muchacho.
Es el mundo, á mi ver, una cadena,
do rodando la bola,
el mal que hacemos en cabeza ajena,
refluye en nuestro mal, por CARAMBOLA.
Fábula II.
GANAR EL FLANCO Á LA SUERTE
el piloto y su aprendiz
—"¿De
qué modo tan vario,"—
un aprendiz á un náutico decia,
—"sigue usted siempre la trazada via,
ya sea el viento próspero, ó contrario?"—
Entonces el piloto le contesta,
mientras que el otro copia la respuesta:
—"Si ves que por la popa arrecia el viento,
sin torcer el timon, recto camina:
si es por la proa, gana el barlovento;
y si es por el babor marcha en bolina."—
Asi en el mar del mundo, el buen piloto,
no esponiendo el bajel á innobles tumbos,
por donde quiera que le acosa el noto,
gana puerto tambien, trocando rumbos.
Fábula III.
PARTIDAS DE RUINES
el galgo y el podenco
Persiguiendo un conejo de gran traza,
al ladrador podenco dijo el galgo:
—"Calla, y no ladres tanto, mala raza,
que maldito sea yo, si sirves de algo.
¿A
qué venimos, ii prosiguió, "de caza,
si en saliendo la espantas, mal hidalgo?"—
Asi el ruin, que seguirlo en vano intenta,
porque otro no lo alcance, el bien ahuyenta.
Fábula IV.
LA JUSTICIA EN UN
CUENTO
el viejo y el mendigo
Rodeado el tio Blas de gente,
dijo:—"Vaya un cuento ahora"; —
y ya iban tres cuartos de hora,
cuando él iba en lo siguiente:
—"Aunque pobre, el juez prudente
le hizo justicia al momento." —
Y un pobre, que oia atento,
dijo al tio Blas con malicia:
—"¿Pobre,
y se le hizo justicia?
Dice usted bien: eso es cuento."—
Fábula V.
VIRTUD Y ORGULLO
la encina y el rosal
—"¡Mezquina
es tu existencia,"—
á un humilde rosal dijo una encina,
— "pues arrastras al par de mi opulencia
tu existencia mezquina!"—
De una santa en las fiestas placenteras,
bajaron á cojer unos pastores
ramaje de la encina para hogueras,
y del rosal, para la imágen, flores.
Ornó el rosal la imágen peregrina,
y entonces me presumo
que mirando en la hoguera arder la encina,
exclamó al darle el humo:
No afrentes al humilde con tu fausto:
que el dia de la prueba, en acto innoble,
con ignominia doble
tal vez sirvas de incienso á su holocausto.
Fábula VI.
EL MÉTODO
el mancebo y los pájaros
Vió Gil de un árbol caer
cinco pájaros, y todos,
corriendo por varios modos,
los quiso á un tiempo cojer.
—"Deja, buen Gil, de correr,
que no cojerás ninguno.
¿A
qué tras cinco ¡mportuno!
á un tiempo vas con ahinco,
si para cojer los cinco
tienes que empezar por uno?"—
Fábula VII.
LA PIEDAD BIEN
ENTENDIDA
el muchacho, el podador y el manzano
A un manzano podaba un hortelano,
y un muchacho con intimas querellas,
—"¿por
qué," decia á gritos, "inhumano
del tronco á quitar vas ramas tan bellas?"—
—"Córtalas, podador," dijo el manzano,
"que se me quiere encaramar por ellas."—
El tal rapaz, que procuraba arguyo
el bien ajeno, en beneficio suyo.
Fábula VIII.
BALADRONADAS
la vid, el olmo y la yedra
En continua querella,
una vid y una yedra, á un olmo asidas,
se despreciaban, de ódio estremecidas,
poniéndose á su vez de más es ella.
—"¿Ves
aquel ave, que entendido vuelo" —
dijo la vid por fin, — "ya besa el cielo?
pues si quiero subir, sin más arrimo,
le llevo á que meriende este racimo." —
—"Pues si me subo yo," — dijo la yedra,
que solo asida de los olmos medra,
—"formo un dosel al cielo,
que, interpuesto entre el sol, enlute el suelo.
Vamos á ver si no," — siguió importuna.
—"Vamos, dijo la vid:
¡Auna!"
— "¡Auna!"
En tono el más sencillo:
—"No, por Dios; no, por Dios, gritó un tomillo,
que pueden sus bravuras
dejar el mundo á oscuras." —
Llegando ya de su impaciencia al colmo,
dijo al tomillo el olmo:
—"Puedes perder el miedo, en mi conciencia,
si nadie miedo á los cobardes tuvo,
pues sé por esperiencia
que jamás subirán, si yo no subo." —
Fábula IX.
UN BOBO HACE CIENTO
la mona, el mono y el lobo
Con la faz más espantosa,
la mona de un mercader,
en ilusion deliciosa,
recordando cualquier cosa
reia á más no poder.
Como un mono la veia,
que por boba la tenia,
reir solo para sí,
de ella el mono se reia
con un burlesco jí jí.
Un loro, que al mono vió,
por loco lo tuvo ya,
y tambien de él se rió,
y sin cesar prorumpió
en un já já y más já já.
Cuando al pasar por allí
oia al simple del loro
la gente, fuera de sí
reia, diciendo á coro,
unos já já, otros jí jí.
Y aunque de bobos la hornada
ya siendo muy larga va,
siquiera por la bobada,
conmigo la carcajada
soltad, diciendo:
¡Já!
¡já!!
Con lo cual probar intento
que, con remedo servil,
en este mundo, y no es cuento,
así como un loco ciento,
llega un bobo á hacer cien mil.
Fábula X.
CONTEAS DE LA MALA FÉ
los dos gobriones
—"Llégame el comedero,"
dijo á un gorrion otro gorrion muy maula.
—"Pues ábreme primero," —
contestó aquel, — la puerta de la jaula."
—"¿Y
si al verte ya libre, en tu embeleso,
te vas sin darme de comer en pago?"
—"¿Y
quién me dice á mí," — responde el preso,
—"que me abrirás, si llenas el monago?" —
Y en conclusion, por si ha de ser primero
llegar el comedero,
ó correr el alambre,
quedóse el enjaulado prisionero,
y el hambriento volvióse con el hambre.
¡Digno
amigo, por Dios de tal amigo!
Y ahora direis, y bien, como yo digo:
¡Vaya,
que son en ciertas ocasiones
lo mismo que los hombres los gorriones!
Fábula XI.
DE PEQUEÑAS CAUSAS
GRANDES EFECTOS
el pastor y el insecto
Cantando Gil, vió de un insecto el nido,
y le holló con pie rudo:
y aunque oyó de mil tristes el gemido
siguió cantando de piedad desnudo.
Viendo el insecto hollados á sus hijos,
subióse á la montaña,
y en el chopo más alto ayes prolijos
lanzó exhalando su impotente saña.
Era el tiempo en que vientos y nublados
desatando los cielos,
igualan con los montes los collados
copiosas nieves y abundantes hielos.
Por vengarse de Gil, cargó sañudo
con un copo de nieve,
carga mayor con que el insecto pudo.
¡De
tan grande furor venganza leve!
Suelta el copo, al encono que le inflama,
desde el altivo chopo;
y engruesado al bajar de rama en rama,
fuese aumentando el invisible copo.
Va el gérmen infeliz de inmensa ruina
de hoja en hoja bajando,
y un copo y otro copo arremolina,
y cien mil, y auméntanse rodando.
Cruje la mole, escasa todavia,
mas en creciente estraña,
ya un monte desatado parecia
el declive al bajar de la montaña.
El alto roble y la empinada encina,
á su impulso arrollados,
amenazaban convertir en ruina
del pobre Gil apriscos y ganados.
Y al ver la mole, el insectillo en tanto,
que lo arrasaba todo,
parodiando de Gil el fiero canto,
tarareó esta cancion allá á su modo:
¡No
hay venganza que un ruin, si está ofendido,
tomar no pueda en pago,
cuando un copo de nieve desprendido
la causa llega á ser de tanto estrago!
Fábula XII.
SI ERES DÉBIL, SÉ
PRUDENTE
el perro y la rana
—"Calla, maldita rana," —
un perro desde un hato prorumpia:
y ella car car y más car car seguia,
como quien dice: — "no me da la gana." —
(Esta rana, en invierno y en verano
cantaba, por decreto sobrehumano,
aunque jure algun sábio, echando un terno,
que nunca ha visto ranas en invierno.)
—"¿Conque
te sales," dijo aquel, "del rio,
para venir á incomodarme al hato?
Por Dios, que si no' hiciera tanto frio,
anoche salgo, te sorprendo y mato."
— Car car car, car car car," — siguió la rana
burlándose del perro con orgullo.
— "¿Y
es posible que creas," —
le contestó la vana,
— "que en moviendo tú un pie, no me zambullo?
¡Car
car car!
¡car
car car!"
— " Maldita seas!" —
clamó el perro siguiéndola enojado.
La rana, de contado,
¡cataplun!
se echó al rio;
mas como helado estaba por el frio,
sin concederla plazos,
sobre el hielo el mastin la hizo pedazos.
No insultes al más fuerte,
aunque libre, al huir, tengas el paso;
que si lo encuentras obstruido acaso,
como la rana sufrirás la muerte.
Fábula XIII.
AMAR POR LAS
APARIENCIAS
el alcornoque y la enredadera
Nació una enredadera
al pie de un alcornoque descarnado;
vistióle de manera,
que fué en la primavera,
siendo un bodoque ruin, blason del prado.
Como propios primores
lucia el corcho vil ajenas galas;
siendo con tantas flores
envidia de pastores
y blanco del amor de las zagalas.
— "¡Oh,
qué árbol tan florido,
decian; qué gentil, qué primoroso!" —
Elogio merecido,
pues gracias al vestido,
por Dios que el alcornoque estaba hermoso.
Mas llegaron sin cuento
del otoño las ráfagas sonoras,
y soplando violento,
dejó alcornoque el viento,
al que el ídolo fué de las pastoras.
¡Cuántas
de esta manera,
Elvira, adoran á un galan bodoque,
y hasta que el aura fiera
lleva la enredadera,
no advierten que han amado á un alcornoque!
Fábula XIV.
ESCUSAS NÉCIAS
el cuervo y el reptil
Hácia el nido de un cuervo
sube un reptil protervo,
que de otro manjar falto,
de huevos se apercibe;
mas al dar el asalto,
creyendo al cuervo ausente, oyó: —
¿Quién
vive?
— "Perdone usted; no es nada
(dijo con voz turbada);
el hallarme soñando
mi indiscrecion abone;
pues llegué aquí rodando,
mas desperté, y me vuelvo: usted perdone."
— "¡Hola,
traidor vecino!
(dijo el cuervo ladino)
¿cuando
el sueño te priva,
sin costarte trabajo
te ruedas hácia arriba?
Pues áver cómo ruedas hácia abajo." —
Y remontando el vuelo,
lo suelta desde el cielo,
por más que ya difunto
el reptil lo rehusa;
y plaf reventó al punto.
¡Digno
castigo de su necia escusa!
Fábula XV.
EL DIABLO PREDICADOR
el beodo en el festin
Un beodo en una orgia,
— "brindo porque el alto cielo
purgue de vicios el suelo," —
con voz de trueno decia.
— "¡Guerra
al vicio!" — repetia,
y un vaso apuró hasta el poso.
Que en este mundo engañoso,
dando al lábio torpe oficio,
hay quien habla mal del vicio
siendo él el primer vicioso.
Fábula XVI.
DELIRIOS DEL AMOR
la niña halagüeña
Los que vuestro amoroso pensamiento
teneis por el non plus, oid un cuento:
A un enfermo una niña cierto dia
acariciaba con honesto modo,
y en la ilusion de su placer decia:
— "Mi rey, mi luz, mi sol, mi dios, mi todo."
Y para que veais de qué manera
el afecto su juicio turbaria,
el rey, el sol y el dios,
¿sabeis
quién era?
Un dogo que de ahitado se moria.
Fábula XVII.
LISONJAS VILES
el enfermo y los dos médicos
Más tenaz cada dia
esto á un enfermo un médico decia:
— "Si bebe usted más agua,
es indudable que su muerte fragua." —
Sediento el otro en tanto,
le dió su pasaporte, y otro al canto.
Fuése el doctor primero,
enterando del caso al compañero;
pero el doctor segundo,
más inepto que aquel, ó más profundo,
dejó de buena gana
que se abitase el pobre hombre como rana.
Pues señor, murió ahitado;
y al morirse, contento de su estado,
del que le daba vida
aun blasfemó, mientras que á su homicida
colmó de bendiciones.
¡Lo
que vale halagar á las pasiones!
Fábula XVIII.
ACUSAR DELITOS PROPIOS
la urraca y la gallina
— "¡Qué
escándalo!" — en tono fiero
una gallina decia,
á una urraca que comia
las flores de un limonero.
— "¡Que
se come, jardinero,
de las de arriba á destajo!"
— "Celebro tu desparpajo," —
contestó la urraca altiva:
— "¿No
he de comer las de arriba,
si no has dejado una abajo?" —
Fábula XIX.
NO HAY MAL COMO UN FALSO AMIGO
el jilguero y el reclamo
De pájaros un bando
al asomar el dia,
iban al aire blando,
pí pí, pí pí, cruzando
en dulce compañia.
Mudaron el intento,
oyendo que un reclamo
pí pí, pí pí, á su acento
les respondió contento
cabe un pulido ramo.
Y en giros desiguales
cercándole en gran copia
para llorar sus males,
como la accion más propia
de amigos tan leales,
Posándose un jilguero,
cayó en la liga impia
que armada le tenia
un cazador artero,
que cerca lo veia.
Se aleja el bando espeso
viendo el caso infelice;
y en tanto el triste preso
con inútil esceso
luchando en vano, dice:
—"¡Nada,
ay de mí, consigo,
pues en tan fiera lucha
más cada vez me enligo!" —
¡Triste
de aquel que escucha
la voz de un falso amigo!
Fábula XX.
NUNCA UNA MORAL NOS CUADRA
la madre, el hijo y la concurrencia
Fastidiaba á una noble concurrencia
una madre amorosa, que asentaba
que de Adolfo á admirar iban la ciencia
si alguna fabulilla recitaba.
— "Ven acá, dijo, niño." —
Y Adolfo al escuchar su voz severa,
con mucha más pereza que cariño,
la fábula empezó de esta manera:
—"LA OVEJA Y EL CORDERO. Cierto dia
la oveja, con el tono que ella sabe,
daba á su hijo lecciones de ser grave,
las que él pronto olvidaba, ó no aprendia.
¿Leccion,
direis, y en una edad tan corta?
Es nécio, sí. Mas voy á lo que importa.
La oveja en vano en enseñar se ahinca,
porque el hijo no aprende una palabra;
mas corre, y viene, y va cual suelta cabra,
y vuelta, y dale, y brinca que te brinca.
La madre del cordero era tan porra..." —
Truncó Adolfo la historia de repente,
cual cayendo en estúpida modorra;
y es que viendo de dulces una fuente,
de su memoria en mengua,
dura como el turron quedó su mente,
y en agua vuelta la movible lengua.
— "Sigue, niño," — la madre le decia.
— Era ian porra... el niño repetia;
la madre con sus guiños le hostigaba;
y — tan forra... el muchacho replicaba;
y con que si era porra, ó si no lo era,
llegó á cansar la sociedad entera.
La madre al fin le dijo, ya corrida:
— "Aparta, que estás siendo, majadero,
más torpe que el cordero de la historia." —
Y
¡oh,
qué frágil memoria!
¡no
acordarse que ella era distraida
mas porra que la madre del cordero!
No hay accion mala ó buena,
que aplicacion no tenga, si es ajena.
Mas siendo propio el caso,
jamás la aplicacion nos sale al paso.
Fábula XXI.
LA CURIOSIDAD
los dos esposos y el veneno
Para matar ratones
hizo Guzman algunas confecciones,
las que encerradas con rigor tenia
en un lugar, en el que escrito habia;
"Ninguno para cosa mala ó buena,
me llegue á esta alacena."
Su mujer Blasa, que con él reñida
la mayor parte estaba de su vida
(porque segun la vecindad pregona,
tanto como curiosa, era gruñona),
presumió que su esposo allí encerraba
el tósigo fatal con que trataba
de castigar su eterna impertinencia
(señal que le argüia la conciencia),
y buscando las viles confecciones,
encontró el soliman.
¡Qué
imprecaciones!
— "¡Un
veneno!" — frenética decia.
— "¡Un
veneno!!
¡un
veneno!!!" —repetia;
y con verle y tocarle aun no contenta,
llega, lo huele, pruébalo, y revienta.
Si lo ven por acaso,
atad á los curiosos corto el freno;
ó apurarán el vaso
aunque escribais sobre él: — "aquí hay veneno." —
Fábula XXII.
DE DOS MALES EL MAS VISTO
el médico y el inválido
Un inválido á un médico decia:
— "Si me corto esta pierna gangrenada,
¿podré
vivir, al parecer de usía?" —
Y el médico dudando respondía:
— "Podrá ser por acaso, camarada." —
— "La duda, replicó, no me hace al caso.
Mas si la corto,
¿sabe
si de fijo
podré vivir aunque no dé ni un paso?" —
Dudando siempre el médico le dijo:
— "Podrá ser, camarada, por acaso." —
— "Pues si al cortarla ataco la existencia,
y el no cortarla es un dudoso medio,
á la cura prefiero la dolencia," —
Yo tambien prefiriera, en mi conciencia,
morir antes del mal que del remedio.
Fábula XXIII.
EFECTOS DE LA INJUSTICIA
el lugareño y el magnate
Un señor de calidad,
por dar, con mágia distinta,
á su vida variedad,
se iba en verano á la quinta,
y en invierno á la ciudad.
Tras la casa del señor
la de un labrador habia,
ruin casa en que al labrador
así el hielo le atería,
como le asaba el calor.
Por más de cincuenta abriles
fué casa de tanta mella
nido de gorriones viles,
y á la del señor desde ella
pasaban despues á miles.
Incomodado el usia,
porque al asomar el dia
los gorriones con empeño
con su chau chau, si dormia,
le interrumpian el sueño,
La casa del labrador
furioso sin más arrasa.
—
¿Tal
sinrazon, direis, pasa? —
Era más rico el señor,
y vino abajo la casa.
Sin casa ya los gorriones
do anidar en los abriles,
del otro á los murallones
fueron despues, más que á miles
los malditos, á millones.
Y á cada instante al señor
cantándole el aleluya,
le entraron en tal rencor,
que cual la del labrador,
tuvo que arrasar la suya.
Justo premio al que inclemente
pudo dejar sin consuelo
á un labrador indigente.
Siempre se ensucia la frente
el loco que escupe al cielo.
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